“Ya sé que solo no puedo, pero al menos hago lo que puedo.”
A veces la vida parece que se desmorona delante de nuestros ojos. Las injusticias arden como un incendio incontrolable, las tragedias se esparcen por nuestras pantallas, y a su vez, la indiferencia se vuelve norma, y el ruido del mundo parece ensordecer nuestra empatía.
Y ahí estamos nosotros… parados. Mirando.
Y muchas veces, mirando hacia otro lado.
Porque sí, es más fácil. Es más cómodo no involucrarse. Nos decimos que no es nuestro problema, que no está en nuestras manos cambiarlo, que qué más da lo que hagamos si no va a servir de nada. Que mejor alguien con más poder, más recursos, más voz…
Así, día a día, miles de personas presencian lo que no quieren ver: injusticias, desigualdades, dolor, abandono… y prefieren pensar que ya alguien más hará algo. Y ese “alguien más” hace lo mismo. Espera a “otro”. Y así, todos esperamos… mientras el fuego avanza.
El colibrí y el incendio
Hay una antigua parábola que habla de un incendio devorando el bosque. Los animales huyen despavoridos, cada uno salvando su vida. Todos… menos un pequeño colibrí. Una y otra vez, vuela hasta el río, recoge una gota de agua en su diminuto pico, y la suelta sobre las llamas. Lo repite sin descanso.
Un león, que lo observa con escepticismo, le pregunta:
—¿Crees que con eso vas a apagar el incendio?
El colibrí le responde con paz en su mirada:
—Ya sé que solo no puedo… pero al menos hago lo que puedo.
¿Y tú? ¿Haces lo que puedes?
Este mensaje no es para juzgar, es para despertar.
Porque en lo profundo de cada uno de nosotros hay una voz que susurra: “esto no está bien”. La escuchamos cuando vemos que una persona es maltratada en público. Cuando nos enteramos de alguien que vive una injusticia. Cuando un compañero en el trabajo es tratado con crueldad. Cuando la naturaleza grita su dolor y nadie escucha.
Y aunque esa voz nos mueve por dentro, muchas veces… no hacemos nada.
¿Sabes por qué?
Porque creemos que no servirá de nada. Que estamos solos. Que lo nuestro es una gota en el océano.
Pero lo cierto es que todas las gotas cuentan.
Cuando levantas la voz en una reunión para defender a alguien.
Cuando decides comprar más consciente.
Cuando das la cara por quien no puede.
Cuando educas a tus hijos con empatía, con conciencia.
Cuando eliges construir, en vez de criticar.
Estás siendo el colibrí. Y eso importa. Mucho.
Esperar no cambia nada. Actuar, sí.
Si todos decidiéramos hacer aunque sea una pequeña acción en lugar de esperar a que otros lo hagan, el mundo sería un lugar radicalmente diferente.
Pero el cambio no empieza con todos.
Empieza contigo.
Empieza con una decisión.
Empieza con hacer lo que puedas… aunque creas que es poco.
Que tengas una excelente semana!
Pd: Si no lo has visto, quizá te pueda interesar un post publicado anteriormente → Despertar de Conciencia
Si no estás suscrito y lees este post Inspirador del Lunes y te gustaría recibir el tuyo cada Lunes, entonces no dudes en inscribirte en el botón de abajo y cada lunes lo recibirás en tu correo, para que tus lunes dejen de ser menos lunes
Recuerda que en Instagram encontrarás más publicaciones e historias motivadoras a diario!